Permanentemente
escuchamos hablar de la necesidad de ajustar el gasto público y reducir el
déficit fiscal, y es algo lógico, pero es muy poco lo que se escucha de volver
a crecer, incrementar la producción y agrandar el producto bruto interno. Y lo
cierto es que hay que ajustar y crecer al mismo tiempo. Son acciones que se
complementan. Y para crecer hay que exportar, generar mayor ingreso de divisas
y una balanza comercial positiva que alivie la falta de divisas.
En los
años 30 el comercio exterior argentino representaba el 3% del comercial mundial
y hoy no llega ni al 0,3%. ¿Qué pasó? Se puede hablar de algo “multicausal”
como les gusta decir a muchos economistas al hablar de la inflación, pero yo
creo que nos hundió la política de sustitución de importaciones, dando lugar a
una industria nacional sobreprotegida, ineficiente y cara, pero que fue
formando con los años un muro de contención a fuerza de lobby y negociados con
los Gobiernos de turno, que cercenó la mentalidad exportadora contentándose con
un mercado interno chico y redituable como producto de las barreras
arancelarias. Así, importando menos, también fueron cayendo por efecto
proporcional nuestras exportaciones. Ese temor de competir y a través de la
competencia ir ganando en eficiencia y eficacia, es algo notable en ciertos
sectores del empresariado argentino, tal vez producto de la inestabilidad
económica y el cambio permanente de las reglas de juego. Es un dato incontrastable
que los 10 primeros países que exportan más en el mundo, son también los 10 que
más importan. ¿De qué nos sirve producir bienes al doble o triple de los
precios internacionales, si no son competitivos en el mundo y esquilman los
ingresos del consumidor local?
La
Argentina posee valiosas materias primas y productos derivados del sector agropecuario,
energético, de la pesca y la minería. Tiene, además, capacidad para producir bienes
y servicios ligados al conocimiento, la informática, el deporte, la cultura y
el turismo. ¿Qué nos falta? Qué el fomento de las exportaciones sea una
política de estado con continuidad para todos los partidos políticos y que el
mundo empresarial la haga propia. Recuperar la fe en nosotros mismos y salir al
mundo a competir con el apoyo de políticas del Estado coherentes. Cincuenta
años atrás existían muchas más compañías multinacionales de origen argentino,
pero la mencionada inestabilidad, sumada a esa mentalidad nefasta del “vivir
con lo nuestro” nos llevó a una insignificancia comercial en el concierto de las
naciones.
Hay
herramientas e instrumentos básicos para encarar una revolución exportadora y
lo que se pretende aquí es enunciar algunas fundamentales, a saber:
- Contar con un tipo de cambio
competitivo, dejando atrás la brecha cambiaria e instrumentar un régimen de
ingreso de divisas simple dependiendo del tipo de bienes y servicios.
- Suprimir todos los impuestos
a la exportación (se trate de derechos, tasas, anticipo de impuestos, etc…)
- Instrumentar un régimen de
devolución del IVA de exportación en forma inmediata.
- Contar con líneas de crédito
para la prefinanciación y post-financiación de exportaciones.
- Ampliar las líneas y
posibilidades de seguros de crédito a la exportación.
- En materia logística,
disminuir los costos portuarios de todo tipo (desde laborales a de
funcionamiento operativo), propender a la mayor llegada de contenedores y
buques portacontenedores a la Argentina, incentivar la instalación de nuevas
terminales, el manejo por consenso de la hidrovía, el desarrollo de las zonas
francas, etc…
- En lo que se refiere a
infraestructura, no sólo trazar un plan de inversiones en rutas y accesos a los
puertos de cooperación público-privada, sino profundizar el sistema de Open
Access para ferrocarriles, mayores corredores para los bitrenes, instalación de
polos logísticos de concentración y transferencia de cargas, habilitar mayor
participación de líneas aéreas en el transporte, etc…
- Por otra parte, debe existir
una acción mancomunada entre el sector público y privado para la apertura de
mercados tanto a través de acuerdos sanitarios y fitosanitarios, como en
materia de preferencias arancelarias.
- En este sentido, si el
Mercosur no es capaz de avanzar con los tratados de libre comercio o de
preferencias, habrá que reformularlo y avanzar en negociaciones bilaterales.
- Asimismo la Cancillería, la
Agencia de Inversiones y Comercio Internacional, así como a todas las demás
áreas del Gobierno Nacional dedicadas al comercio exterior, deben establecer
desde el primer día un plan de acción conjunto para la promoción de
exportaciones en base a una estrategia que incluya el análisis FODA de
productos, el estudio de las posibilidades comerciales según el modelo CAN, la inteligencia
comercial comparada, el análisis de precios, el apoyo al e-trade, etc…
Como se verá, hay mucho por
hacer para salir de la decadencia actual, pero semejantes desafíos nos deben
llenar de esperanza.